01 de enero de 2019

Los Hechos de los Apóstoles (Ellen G. White)
Capítulo 1
El propósito de Dios para su iglesia

Es maravillosa la obra que el Señor determina que sea realizada por su iglesia, a fin de que su nombre sea glorificado. Se da un cuadro de esta obra en la visión de Ezequiel del río de la salud: “Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán a la llanura, y entrarán en la mar; y entradas en la mar, recibirán sanidad las aguas. Y será que toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos arroyos, vivirá: ... y junto al arroyo, en su ribera de una parte y de otra, crecerá todo árbol de comer: su hoja nunca caerá, ni faltará su fruto: a sus meses madurará, porque sus aguas salen del santuario: y su fruto será para comer, y su hoja para medicina.” Ezequiel 47:8-12.

Desde el principio Dios ha obrado por medio de su pueblo para proporcionar bendición al mundo. Para la antigua nación egipcia Dios hizo de José una fuente de vida. Mediante la integridad de José fué preservada la vida de todo ese pueblo. Mediante Daniel Dios salvó la vida de todos los sabios de Babilonia. Y esas liberaciones son lecciones objetivas; ilustran las bendiciones espirituales ofrecidas al mundo mediante la relación con el Dios a quien José y Daniel adoraban. Todo aquel en cuyo corazón habite Cristo, todo aquel que quiera revelar su amor al mundo, es colaborador con Dios para la bendición de la humanidad. Cuando recibe gracia del Salvador para impartir a otros, de todo su ser fluye la marea de vida espiritual.

Dios escogió a Israel para que revelase su carácter a los hombres. Deseaba que fuesen como manantiales de salvación en el mundo. Se les encomendaron los oráculos del cielo, la revelación de la voluntad de Dios. En los primeros días de Israel, las naciones del mundo, por causa de sus prácticas corruptas, habían perdido el conocimiento de Dios. Una vez le habían conocido; pero por cuanto “no le glorificaron como a Dios, ni dieron gracias; antes se desvanecieron en sus discursos, ... el necio corazón de ellos fué entenebrecido.” Romanos 1:21. Sin embargo, en su misericordia, Dios no las borró de la existencia. Se proponía darles una oportunidad de volver a conocerle por medio de su pueblo escogido. Mediante las enseñanzas del servicio de los sacrificios, Cristo había de ser levantado ante todas las naciones, y cuantos le miraran vivirían. Cristo era el fundamento de la economía judía. Todo el sistema de los tipos y símbolos era una profecía compacta del Evangelio, una presentación en la cual estaban resumidas las promesas de la redención.

Pero el pueblo de Israel perdió de vista sus grandes privilegios como representante de Dios. Olvidaron a Dios, y dejaron de cumplir su santa misión. Las bendiciones que recibieron no proporcionaron bendición al mundo. Se apropiaron ellos de todas sus ventajas para su propia glorificación. Se aislaron del mundo a fin de rehuir la tentación. Las restricciones que Dios había impuesto a su asociación con los idólatras para impedir que se conformasen a las prácticas de los paganos, las usaban para edificar una muralla de separación entre ellos y todas las demás naciones. Privaron a Dios del servicio que requería de ellos, y privaron a sus semejantes de dirección religiosa
y de un ejemplo santo.



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