06 de enero de 2019
Los Hechos de los Apóstoles (Ellen G. White)
Capítulo 3
La gran comisión
Después de la muerte de Cristo, los discípulos estuvieron a punto de ser vencidos por el desaliento. Su Señor había sido rechazado, condenado y crucificado. Los sacerdotes y gobernantes habían declarado con sorna: “A otros salvó, a sí mismo no puede salvar: si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él.” Mateo 27:42. El sol de la esperanza de los discípulos se había puesto, y la noche había descendido sobre sus corazones. A menudo repetían las palabras: “Nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel.” Lucas 24:21. Solitarios y con el corazón quebrantado, recordaron sus palabras: “Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué se hará?” Lucas 23:31.
Capítulo 3
La gran comisión
Después de la muerte de Cristo, los discípulos estuvieron a punto de ser vencidos por el desaliento. Su Señor había sido rechazado, condenado y crucificado. Los sacerdotes y gobernantes habían declarado con sorna: “A otros salvó, a sí mismo no puede salvar: si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él.” Mateo 27:42. El sol de la esperanza de los discípulos se había puesto, y la noche había descendido sobre sus corazones. A menudo repetían las palabras: “Nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel.” Lucas 24:21. Solitarios y con el corazón quebrantado, recordaron sus palabras: “Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué se hará?” Lucas 23:31.
Jesús había intentado varias veces descorrer el velo del futuro ante sus discípulos, pero ellos no se habían interesado en pensar en las cosas que él decía. Por causa de esto, su muerte los había sorprendido; y ellos, al recapitular el pasado y ver el resultado de su incredulidad, se llenaron de tristeza. Cuando Cristo fué crucificado, no creyeron que resucitaría. El les había dicho claramente que se levantaría al tercer día, pero ellos, perplejos, deseaban saber qué quería decir. Esta falta de comprensión los dejó enteramente desesperados en ocasión de su muerte. Quedaron amargamente chasqueados. Su fe no traspasaba las sombras que Satanás había arrojado a través del horizonte de ellos. Todo les parecía vago y misterioso. Si hubieran creído las palabras del Salvador, ¡cuánta tristeza hubieran podido evitar!
Aplastados por el desaliento, la pena y la desesperación, los discípulos se reunieron en el aposento alto, y cerraron y atrancaron las puertas, temiendo que pudiera sobrevenirles la misma suerte de su amado Maestro. Fué allí donde el Salvador, después de su resurrección se les apareció.
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