12 de enero de 2019

Los Hechos de los Apóstoles (Ellen G. White)
Capítulo 3
La gran comisión

La promesa de la segunda venida de Cristo habría de mantenerse siempre fresca en las mentes de sus discípulos. El mismo Jesús a quien ellos habían visto ascender al cielo, vendría otra vez, para llevar consigo a aquellos que aquí estuvieran entregados a su servicio. La misma voz que les había dicho: “He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo,” les daría la bienvenida a su presencia en el reino celestial.

Así como en el servicio típico el sumo sacerdote ponía a un lado sus ropas pontificias, y oficiaba con el blanco vestido de lino del sacerdote común, así Cristo puso a un lado sus ropas reales, fué vestido de humanidad, ofreció sacrificio, siendo él mismo el sacerdote y la víctima. Como el sumo sacerdote, después de realizar su servicio en el lugar santísimo, salía vestido con sus ropas pontificias, a la congregación que esperaba, así Cristo vendrá la segunda vez, cubierto de vestidos tan blancos “que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos.” Marcos 9:3. El vendrá en su propia gloria, y en la gloria de su Padre, y toda la hueste angélica lo escoltará en su venida.

Así se cumplirá la promesa de Cristo a sus discípulos: “Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo.” Juan 14:3. A aquellos que le hayan amado y esperado, los coronará con gloria, honor e inmortalidad. Los justos muertos se levantarán de sus tumbas, y los que estén vivos serán arrebatados con ellos al encuentro del Señor en el aire. Oirán la voz de Jesús, más dulce que ninguna música que hayan sentido alguna vez los oídos mortales, diciéndoles: Vuestra guerra ha terminado. “Venid, benditos de mi padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” Mateo 25:34

Bien podían los discípulos regocijarse en la esperanza del regreso de su Señor.

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