24 de enero de 2019
Los Hechos de los Apóstoles (Ellen G. White)
Capítulo 5
El don del Espíritu
El don del Espíritu
Desde el principio Dios ha estado obrando por su Espíritu Santo mediante instrumentos humanos para el cumplimiento de su propósito en favor de la raza caída. Esto se manifestó en la vida de los patriarcas. A la iglesia del desierto también, en los días de Moisés, Dios le dió su “espíritu para enseñarlos.” Nehemías 9:20. Y en los días de los apóstoles obró poderosamente en favor de su iglesia por medio del Espíritu Santo. El mismo poder que sostuvo a los patriarcas, que dió fe y ánimo a Caleb y Josué, y que hizo eficaz la obra de la iglesia apostólica, sostuvo a los fieles hijos de Dios en cada siglo sucesivo. Fué el poder del Espíritu Santo lo que durante la época del obscurantismo permitió a los cristianos valdenses contribuir a la preparación del terreno para la Reforma. Fué el mismo poder lo que hizo eficaces los esfuerzos de muchos nobles hombres y mujeres que abrieron el camino para el establecimiento de las misiones modernas, y para la traducción de la Biblia a los idiomas y dialectos de todas las naciones y pueblos.
Y hoy, Dios sigue usando su iglesia para dar a conocer su propósito en la tierra. Hoy los heraldos de la cruz van de ciudad en ciudad, y de país en país para preparar el camino para la segunda venida de Cristo. Se exalta la norma de la ley de Dios. El Espíritu del Todopoderoso conmueve el corazón de los hombres, y los que responden a su influencia llegan a ser testigos de Dios y de su verdad. Pueden verse en muchos lugares hombres y mujeres consagrados comunicando a otros la luz que les aclaró el camino de la salvación por Cristo. Y mientras continúan haciendo brillar su luz, como aquellos que fueron bautizados con el Espíritu en el día de Pentecostés, reciben más y aun más del poder del Espíritu. Así la tierra ha de ser iluminada con la gloria de Dios.
Por otra parte, hay algunos que, en lugar de aprovechar sabiamente las oportunidades presentes, están esperando ociosamente que alguna ocasión especial de refrigerio espiritual aumente grandemente su capacidad de iluminar a otros. Descuidan sus deberes y privilegios actuales y permiten que su luz se empañe a la espera de un tiempo futuro en el cual, sin ningún esfuerzo de su parte, sean hechos los recipientes de bendiciones especiales que los transformen y capaciten para servir.
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