01 de mayo de 2019

Los Hechos de los Apóstoles (Ellen G. White)
Capítulo 25
Las cartas de los Tesalonicenses 

Son especialmente importantes para la iglesia de nuestro tiempo las enseñanzas del apóstol sobre este punto. Para los que viven tan cerca de la gran consumación, deberían tener notable fuerza las palabras del apóstol: “Mas nosotros, que somos del día, estemos sobrios, vestidos de cota de fe y de caridad, y la esperanza de salud por yelmo. Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salud por nuestro Señor Jesucristo; el cual murió por nosotros, para que o que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él.” 

El cristiano vigilante es el cristiano que trabaja, que procura celosamente hacer todo lo que puede para el adelantamiento del Evangelio. Como crece el amor por su Redentor, así también crece su amor por su prójimo. Tiene severas pruebas, como su Señor; pero no permite que las aflicciones agríen su temperamento y destruyan su paz mental. Sabe que la prueba, si se la soporta bien, le refinará y purificará, y le unirá más con Cristo. Los que son participantes de los sufrimientos de Cristo, serán también participantes de su consolación, y al fin compartirán también su gloria. 

“Os rogamos, hermanos—continuó Pablo en su carta a los tesalonicenses,—que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan: y que los tengáis en mucha estima por amor de su obra. Tened paz los unos con los otros.” 

Los creyentes tesalonicenses se veían muy molestados por hombres que se levantaban entre ellos con ideas y doctrinas fanáticas. Algunos andaban “fuera de orden, no trabajando en nada, sino ocupados en curiosear.” La iglesia había sido debidamente organizada, y se habían nombrado dirigentes para que actuaran como ministros y diáconos. Pero había algunos voluntariosos e impetuosos que rehusaban someterse a aquellos que ocupaban puestos de autoridad en la iglesia. Los tales aseveraban tener no solamente derecho a juzgar por su cuenta, sino también a presentar insistentemente sus conceptos a la iglesia. En vista de esto, Pablo llamó la atención de los tesalonicenses al respeto y la deferencia debidos a aquellos que habían sido escogidos para ocupar puestos de autoridad en la iglesia. 

En su ansia de que los creyentes de Tesalónica anduvieran en el temor de Dios, el apóstol les suplicó que manifestaran piedad práctica en la vida diaria. “Resta pues, hermanos—escribió,—que os roguemos y exhortemos en el Señor Jesús, que de la manera que fuisteis enseñados de nosotros de cómo os conviene andar, y agradar a Dios, así vayáis creciendo. Porque ya sabéis qué mandamientos os dimos por el Señor Jesús. Porque la voluntad de Dios es vuestra santificación: que os apartéis de fornicación.” “Porque no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación.”

Comentarios