03 de mayo de 2019

Los Hechos de los Apóstoles (Ellen G. White)
Capítulo 25
Las cartas de los Tesalonicenses 

La instrucción que el apóstol envió a los tesalonicenses en su primera carta en cuanto a la segunda venida de Cristo, estaba perfectamente de acuerdo con su enseñanza anterior. Sin embargo, sus palabras fueron mal interpretadas por algunos hermanos tesalonicenses. Entendieron que él expresó la esperanza de que él mismo viviría para presenciar el advenimiento del Salvador. Esto aumentó su entusiasmo y excitación. Aquellos que habían descuidado anteriormente sus responsabilidades y deberes, se volvieron ahora más persistentes en imponer sus conceptos erróneos. 

En su segunda carta, Pablo procuró corregir su errónea comprensión de la enseñanza que les había dado, y trató de presentarles lo que en verdad creía. Expresó de nuevo su confianza en la integridad de ellos, así como su gratitud porque la fe de ellos era fuerte y porque abundaban en amor mutuo y para con la causa de su Señor. Les dijo que los presentaba a otras iglesias como ejemplo de la fe paciente y perseverante que soporta valerosamente persecución y tribulación; y dirigió su atención hacia el tiempo de la segunda venida de Cristo, cuando el pueblo de Dios descansará de todos sus cuidados y perplejidades. 

“Nosotros mismos—escribió—nos glorìamos de vosotros en las iglesias de Dios, de vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que sufrís: ... y a vosotros que sois atribulados, dar reposo con nosotros, cuando se manifestará el Señor Jesús del cielo con los ángeles de su potencia, en llama de fuego, para dar el pago a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales serán castigados de eterna perdición por la presencia del Señor, y por la gloria de su potencia.... Por lo cual, asimismo oramos siempre por vosotros, que nuestro Dios os tenga por dignos de su vocación, e hincha de bondad todo buen intento, y toda obra de fe con potencia, para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.” 

Pero antes de la venida de Cristo, iban a producirse importantes acontecimientos en el mundo religioso, predichos en la profecía. El apóstol declaró: “No os mováis fácilmente de vuestro sentimiento, ni os conturbéis ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como nuestra, como que el día del Señor esté cerca. No os engañe nadie en ninguna manera; porque no vendrá sin que venga antes la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, oponiéndose y levantándose contra todo lo que se llama Dios, o que se adora; tanto que se asiente en el templo de Dios como Dios, haciéndose parecer Dios.” 

Las palabras de Pablo no debían ser mal entendidas. No estaban destinadas a enseñar que él, por revelación especial, había anunciado a los tesalonicenses la inmediata venida de Cristo. Esa idea hubiera provocado confusión de fe; porque el desengaño conduce a menudo a la incredulidad. El apóstol, por lo tanto, previno a los hermanos que no recibiesen tal mensaje como si viniera de él; y procedió a recalcar el hecho de que el poder papal, tan claramente descrito por el profeta Daniel, estaba todavía por levantarse y que guerrearía contra el pueblo de Dios. Hasta que ese poder no realizara su obra mortal y blasfema, sería inútil para la iglesia esperar la venida de su Señor. “¿No os acordáis—preguntó Pablo—que cuando estaba todavía con vosotros, os decía esto?”

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