11 de marzo de 2019
Los Hechos de los Apóstoles (Ellen G. White)
Capítulo 16
El evangelio en Antioquía
El evangelio en Antioquía
En la populosa ciudad de Antioquía, halló Pablo un excelente campo de labor. Su erudición, sabiduría y celo influyeron poderosamente en los vecinos y forasteros de aquella culta ciudad, de manera que Pablo proporcionó precisamente la ayuda que Bernabé necesitaba. Durante un año trabajaron ambos discípulos unidos en fiel ministerio, comunicando a muchos el salvador conocimiento de Jesús de Nazaret, el Redentor del mundo.
Fue en Antioquía donde los discípulos fueron llamados por primera vez cristianos. El nombre les fue dado porque Cristo era el tema principal de su predicación, su enseñanza y su conversación. Continuamente volvían a contar los incidentes que habían ocurrido durante los días de su ministerio terrenal, cuando los discípulos eran bendecidos con su presencia personal. Se explayaban incansablemente en sus enseñanzas y en sus milagros de sanidad. Con labios temblorosos y ojos llenos de lágrimas hablaban de su agonía en el jardín, su traición, su juicio, y su ejecución, de la paciencia y humildad con que había soportado el ultraje y la tortura que le habían impuesto sus enemigos, y la piedad divina con que había orado por aquellos que lo perseguían. Su resurrección y ascensión, su obra en el cielo como el mediador del hombre caído, eran temas en los cuales se gozaban en explayarse. Bien podían los paganos llamarlos cristianos, siendo que predicaban a Cristo, y dirigían sus oraciones al Padre por medio de él. Fué Dios el que les dió el nombre de cristianos. Este es un nombre real, que se da a todos los que se unen con Cristo. En cuanto a este nombre Santiago escribió más tarde: “¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los juzgados? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fué invocado sobre vosotros?” Santiago 2:6, 7. Y Pedro declaró: “Si alguno padece como Cristiano, no se avergüence; antes glorifique a Dios en esta parte.” “Si sois vituperados en el nombre de Cristo, sois bienaventurados; porque la gloria y el Espíritu de Dios reposan sobre vosotros.” 1 Pedro 4:16, 14.
Los creyentes de Antioquía comprendían que Dios estaba dispuesto a obrar en sus vidas “el querer como el hacer, por su buena voluntad.” Filipenses 2:13. Mientras vivían en medio de un pueblo que parecía preocuparse poco por las cosas de valor eterno, trataban de dirigir la atención de los de corazón sincero, y dar testimonio positivo de Aquel a quien amaban y servían. En su humilde ministerio, aprendieron a depender del poder del Espíritu Santo para hacer eficaz la palabra de vida. Y así, en las diversas ocupaciones de la vida, daban testimonio diariamente de su fe en Cristo.
Comentarios
Publicar un comentario