24 de marzo de 2019

Los Hechos de los Apóstoles (Ellen G. White)
Capítulo 18
La predicación entre los paganos

De Antioquía de Pisidia, Pablo y Bernabé fueron a Iconio. En ese lugar, como en Antioquía, comenzaron sus labores en la sinagoga de su propio pueblo. Tuvieron un éxito notable; “creyó una grande multitud de Judíos, y asimismo de Griegos.” Pero en Iconio, como en otros lugares donde los apóstoles trabajaron, “los Judíos que fueron incrédulos, incitaron y corrompieron los ánimos de los Gentiles contra los hermanos.” 

Los apóstoles, sin embargo, no se dejaron desviar de su misión; porque muchos aceptaban el Evangelio de Cristo, Frente a la oposición, la envidia y el prejuicio, continuaron su trabajo, “hablando denodadamente en el Señor;” y Dios “daba testimonio a la palabra de su gracia, dando que señales y milagros fuesen hechos por las manos de ellos.” Estas evidencias de la aprobación divina tenían una poderosa influencia sobre aquellos cuyas mentes estaban abiertas a la convicción, y los conversos al Evangelio se multiplicaban.

La creciente popularidad del mensaje predicado por los apóstoles llenó de envidia y odio a los judíos incrédulos, y resolvieron éstos poner coto de una vez a las labores de Pablo y Bernabé. Mediante falsos y exagerados informes, indujeron a las autoridades a temer que toda la ciudad fuera incitada a la insurrección. Declararon que muchos se estaban adhiriendo a los apóstoles, y sugirieron que lo hacían con secretos y peligrosos designios. 

Como resultado de estas acusaciones, los discípulos fueron conducidos repetidas veces ante las autoridades; pero su defensa era tan clara y sensata, y su exposición de lo que enseñaban era tan serena y amplia, que se ejerció una poderosa influencia en favor de ellos. Aunque los magistrados tenían prejuicios contra ellos debido a las falsas declaraciones que habían oído, no se atrevieron a condenarlos. No podían menos que reconocer que las enseñanzas de Pablo y Bernabé tendían a formar hombres virtuosos, ciudadanos obedientes de la ley, y que la moral y el orden de la ciudad se fortalecerían si fueran aceptadas las verdades enseñadas por los apóstoles.

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