23 de febrero de 2019
Los Hechos de los Apóstoles (Ellen G. White)
Capítulo 12
De perseguidor a discípulo
De perseguidor a discípulo
Apenas podía creer Ananías las palabras del ángel; porque los informes de la acerba persecución de Saulo contra los santos de Jerusalén se habían esparcido extensamente. Se aventuró a protestar: “Señor, he oído a muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalem: y aun aquí tiene facultad de los príncipes de los sacerdotes de prender a todos los que invocan tu nombre.” Pero la orden fué imperativa: “Ve; porque instrumento escogido me es éste, para que lleve mi nombre en presencia de los Gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel.”
Obediente a la indicación del ángel, Ananías buscó al hombre que hacía sólo poco respiraba amenazas contra todos los que creían en el nombre de Jesús; y poniendo sus manos sobre la cabeza del dolorido penitente, dijo: “Saulo hermano, el Señor Jesús, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.
“Y luego le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al punto la vista: y levantándose, fué bautizado.”
Así sancionó Jesús la autoridad de su iglesia organizada, y puso a Saulo en relación con los agentes que había designado en la tierra. Cristo tenía ahora una iglesia como su representante en la tierra, y a ella incumbía la obra de dirigir al pecador arrepentido en el camino de la vida.
Muchos tienen la idea de que son responsables ante Cristo solo por la luz y experiencia, y que no dependen de sus seguidores reconocidos en la tierra. Jesús es el amigo de los pecadores, y su corazón simpatiza con el dolor de ellos. Tiene toda potestad, tanto en el cielo como en la tierra; pero respeta los medios que ha dispuesto para la iluminación y salvación de los hombres; dirige a los pecadores a la iglesia, que él ha puesto como un medio de comunicar luz al mundo.
Cuando, en medio de su ciego error y prejuicio, se le dió a Saulo una revelación del Cristo a quien perseguía, se lo colocó en directa comunicación con la iglesia, que es la luz del mundo. En este caso, Ananías representa a Cristo, y también representa a los ministros de Cristo en la tierra, asignados para que actúen por él. En lugar de Cristo, Ananías toca los ojos de Saulo, para que reciba la vista, coloca sus manos sobre él, y mientras ora en el nombre de Cristo, Saulo recibe el Espíritu Santo. Todo se hace en el nombre y por la autoridad de Cristo. Cristo es la fuente; la iglesia es el medio de comunicación,
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