13 de febrero de 2019
Los Hechos de los Apóstoles (Ellen G. White)
Capítulo 9
Los siete diáconos
Los siete diáconos
Son solemnes las responsabilidades que descansan sobre aquellos que son llamados a actuar como dirigentes de la iglesia de Dios en la tierra. En los días de la teocracia, cuando Moisés estaba empeñado en llevar solo cargas tan gravosas que pronto lo agotarían bajo su peso, Jetro le aconsejó que planeara una sabia distribución de las responsabilidades. “Está tú por el pueblo delante de Dios—le aconsejó Jetro,—y somete tú los negocios a Dios. Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde anden, y lo que han de hacer.” Jetro aconsejó además que se escogieran hombres para que actuaran como “caporales sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta y sobre diez.” Estos habían de ser “varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia.” Ellos habían de juzgar “al pueblo en todo tiempo,” aliviando así a Moisés de la agotadora responsabilidad de prestar atención a muchos asuntos menores que podían ser tratados con sabiduría por ayudantes consagrados.
El tiempo y la fuerza de aquellos que en la Providencia de Dios han sido colocados en los principales puestos de responsabilidad en la iglesia deben dedicarse a tratar los asuntos más graves que demandan especial sabiduría y grandeza de ánimo. No es plan de Dios que a tales hombres se les pida que resuelvan los asuntos menores que otros están bien capacitados para tratar. “Todo negocio grave lo traerán a ti—le propuso Jetro a Moisés,—y ellos juzgarán todo negocio pequeño: alivia así la carga de sobre ti, y llevarla han ellos contigo. Si esto hicieres, y Dios te lo mandare, tú podrás persistir, y todo este pueblo se irá también en paz a su lugar.”
De acuerdo con este plan, “escogió Moisés varones de virtud del pueblo de Israel, y púsolos por cabezas sobre el pueblo, caporales sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta, y sobre diez, Y juzgaban al pueblo en todo tiempo: el negocio arduo traíanlo a Moisés, y ellos juzgaban todo negocio pequeño.” Éxodo 18:19-26.
Más tarde, al escoger setenta ancianos para que compartieran con él las responsabilidades de la dirección, Moisés tuvo cuidado de escoger como ayudantes suyos hombres de dignidad, de sano juicio y de experiencia. En su encargo a estos ancianos en ocasión de su ordenación, expuso algunas de las cualidades que capacitan a un hombre para ser un sabio director de la iglesia. “Oíd entre vuestros hermanos—dijo Moisés,—y juzgad justamente entre el hombre y su hermano, y el que le es extranjero. No tengáis respeto de personas en el juicio: así al pequeño como al grande oiréis: no tendréis temor de ninguno, porque el juicio es de Dios.” Deuteronomio 1:16, 17.
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