03 de septiembre de 2019
Capítulo 57—El Apocalipsis
“Y cuando yo le vi—escribió Juan,—caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas.” Apocalipsis 1:17.
Juan fué fortalecido para vivir en la presencia de su Señor glorificado. Entonces ante sus maravillados ojos fueron abiertas las glorias del cielo. Le fué permitido ver el trono de Dios y, mirando más allá de los conflictos de la tierra, contemplar la hueste de los redimidos con sus vestiduras blancas. Oyó la música de los ángeles del cielo, y los cantos de triunfo de los que habían vencido por la sangre del Cordero y la palabra de su testimonio. En la revelación que vió se desarrolló una escena tras otra de conmovedor interés en la experiencia del pueblo de Dios, y la historia de la iglesia fué predicha hasta el mismo fin del tiempo. En figuras y símbolos, se le presentaron a Juan asuntos de gran importancia, que él debía registrar para que los hijos de Dios que vivían en su tiempo y los que vivieran en siglos futuros pudieran tener una comprensión inteligente de los peligros y conflictos que los esperaban.
Esa revelación fué dada para la orientación y el aliento de la iglesia durante la dispensación cristiana. Y sin embargo ha habido maestros religiosos que declararon que es un libro sellado y que sus secretos no pueden explicarse. Como resultado, muchos han dejado de lado el registro profético y rehusado dedicar tiempo al estudio de sus misterios. Pero Dios no desea que su pueblo considere así ese libro. Es “la revelación de Jesucristo, que Dios le dió, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder presto.” “Bienaventurado el que lee—dijo el Señor,—y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas: porque el tiempo está cerca.” Apocalipsis 1:1, 3. “Porque yo protesto a cualquiera que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios pondrá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad, y de las cosas que están escritas en este libro. El que da testimonio de estas cosas, dice: Ciertamente, vengo en breve.” Apocalipsis 22:18-20.
En el Apocalipsis están reveladas las cosas profundas de Dios. El nombre mismo que fué dado a sus páginas inspiradas: El Apocalipsis o la Revelación, contradice la afirmación de que es un libro sellado. Una revelación es algo revelado. El Señor mismo reveló a su siervo los misterios contenidos en dicho libro y es su propósito que estén abiertos al estudio de todos. Sus verdades se dirigen tanto a los que viven en los últimos días de la historia de esta tierra como a los que vivían en los días de Juan. Algunas de las escenas descritas en esa profecía pertenecen al pasado, otras se están cumpliendo ahora; algunas tienen que ver con el fin del gran conflicto entre los poderes de las tinieblas y el Príncipe del cielo, y otras revelan los triunfos y alegrías de los redimidos en la tierra nueva.
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