21 de julio de 2019
Capítulo 45—Cartas escritas desde Roma
En los primeros años de la experiencia cristiana del apóstol Pablo, le fueron dadas oportunidades especiales de aprender la voluntad de Dios concerniente a los seguidores de Jesús. Fué “arrebatado hasta el tercer cielo,” “al paraíso, donde oyó palabras secretas que el hombre no puede decir.” El mismo reconoció que muchas “visiones y revelaciones” le fueron dadas “del Señor.” Su comprensión de los principios de las verdades evangélicas, era igual a la de “los sumos apóstoles.” 2 Corintios 12:2, 4, 1, 11. Tenía una clara y amplia comprensión de “la anchura, y la longitud, y la altura y la profundidad” del “amor de Cristo, que sobrepuja a todo conocimiento.” Efesios 3:18, 19 (VM). HAp 374.1
Pablo no podía decir todo lo que había visto en visión, porque entre sus oidores había algunos que habrían hecho mal uso de sus palabras. Pero aquello que le fué revelado, le habilitó para trabajar como dirigente y sabio maestro, y también modeló los mensajes que en años ulteriores envió a las iglesias. La impresión que recibió cuando estuvo en visión le acompañaba siempre y le habilitaba para dar una correcta representación del carácter cristiano. A viva voz y por carta expresó su mensaje que en todo momento trajo ayuda y fuerza a la iglesia de Dios. Para los creyentes de la actualidad, sus mensajes hablan claramente de los peligros que amenazarán a la iglesia y las falsas doctrinas que tendrán que arrostrar. HAp 374.2
El deseo del apóstol para aquellos a quienes escribía sus cartas de consejo y admonición era que no fuesen “niños fluctuantes y llevados por doquiera de todo viento de doctrina,” sino que todos llegaran “a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la edad de la plenitud de Cristo.” Rogó a aquellos que eran seguidores de Cristo y que vivían en comunidades paganas, que no anduviesen “como los otros Gentiles, que andan en la vanidad de su sentido, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios ... por la dureza de su corazón,” sino “avisadamente; no como necios, mas como sabios; redimiendo el tiempo.” Efesios 4:14, 13, 17, 18; 5:15, 16. Animó a los creyentes a mirar hacia el tiempo cuando Cristo, que “amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella,” podría “presentársela gloriosa para sí, una iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante,” una iglesia “santa y sin mancha.” Efesios 5:25, 27. HAp 374.3
Estos mensajes, escritos, no con poder humano, sino con el de Dios, contienen lecciones que deben ser estudiadas por todos, lecciones que será provechoso repetir frecuentemente. En ellas encontramos delineada la piedad práctica, se formulan principios que deben ser seguidos en cada iglesia y se define el camino que lleva a la vida eterna. HAp 375.1
En su carta “a los santos y hermanos fieles en Cristo que están en Colosas,” escrita mientras estaba preso en Roma, Pablo hace mención de su regocijo por la constancia de ellos en la fe, cuyas buenas nuevas le fueron traídas por Epafras, quien, escribió el apóstol, “nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu. Por lo cual—continúa,—también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad, en toda sabiduría y espiritual inteligencia; para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, fructificando en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios: corroborados de toda fortaleza, conforme a la potencia de su gloria, para toda tolerancia y largura de ánimo con gozo.” HAp 375.2
De este modo Pablo expresó en palabras sus deseos para con los creyentes de Colosas. ¡Cuán elevado es el ideal que mantienen estas palabras ante el seguidor de Cristo! Muestran las maravillosas posibilidades de la vida cristiana y hacen bien claro que no hay límites para las bendiciones que los hijos de Dios pueden recibir. Creciendo constantemente en el conocimiento de Dios, podían ir de fortaleza en fortaleza, de altura en altura en la experiencia cristiana, hasta que por “la potencia de su gloria,” llegasen a ser “aptos para participar de la suerte de los santos en luz.” HAp 375.3
El apóstol exaltó a Cristo delante de sus hermanos como aquel por quien Dios había creado todas las cosas, y por quien había labrado su redención. Declaró que la mano que sostiene los mundos en el espacio y mantiene en su ordenada distribución e infatigable actividad todas las cosas en el universo, es la que fué clavada por ellos en la cruz. “Por él fueron criadas todas las cosas—escribió Pablo—que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fué criado por él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y por él todas las cosas subsisten.” “A vosotros también que erais en otro tiempo extraños y enemigos de ánimo en malas obras, ahora empero os ha reconciliado en el cuerpo de su carne por medio de muerte, para haceros santos y sin mancha, e irreprensibles delante de él.” HAp 376.1
El Hijo de Dios se humilló para levantar al caído. Por ello dejó los mundos celestiales que no han conocido el pecado, los noventa y nueve que le amaban, y vino a esta tierra para ser “herido por nuestras rebeliones,” y “molido por nuestros pecados.” Isaías 53:5. Fué hecho, en todas las cosas, semejante a sus hermanos. Se revistió de carne humana igualándose a nosotros.
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