17 de julio de 2019
Capítulo 43—En Roma
Demas fué fiel por un tiempo, pero luego abandonó la causa de Cristo. Refiriéndose a esto, Pablo escribió: “Demas me ha desamparado, amando este siglo.” 2 Timoteo 4:10. Demas sacrificó toda alta y noble consideración para conseguir la ganancia mundanal. ¡Qué cambio insensato! Poseyendo solamente riqueza u honor mundano, Demas era ciertamente pobre, por mucho que fuera lo que orgullosamente pudiera considerar suyo; mientras tanto Marcos, escogiendo sufrir por la causa de Cristo, poseía riquezas eternas, siendo considerado por el cielo como heredero de Dios y coheredero con su Hijo.
Entre los que dieron su corazón a Dios a causa de las labores de Pablo en Roma, estaba Onésimo, esclavo pagano que había perjudicado a su amo Filemón, creyente cristiano de Colosas, y había escapado a Roma. En la bondad de su corazón, Pablo trató de aliviar al desdichado fugitivo en su pobreza y desgracia, y entonces procuró derramar la luz de la verdad en su mente entenebrecida. Onésimo atendió las palabras de vida, confesó sus pecados y se convirtió a la fe de Cristo.
Onésimo se hizo apreciar por Pablo en virtud de su piedad y sinceridad, tanto como por su tierno cuidado por la comodidad del apóstol y su celo en promover la obra del Evangelio. Pablo vió en él rasgos de carácter que le capacitarían para ser un colaborador útil en la obra misionera, y le aconsejó que regresara sin demora a Filemón, suplicándole su perdón; hizo planes, además, para el futuro. El apóstol prometió ayudarle haciéndose él mismo responsable por la suma que hubiese robado a Filemón. Estando a punto de enviar a Tíquico con cartas para varias iglesias de Asia Menor, envió a Onésimo con él. Fué una severa prueba para este siervo entregarse así a su amo a quien había perjudicado, pero estaba verdaderamente convertido, y no desistió de cumplir con este deber.
Pablo hizo a Onésimo portador de la carta a Filemón, en la cual, con su tacto y bondad acostumbrados, el apóstol defendía la causa del esclavo arrepentido, y expresaba sus deseos de conservar sus servicios para el futuro. La carta comenzaba con afectuosos saludos para Filemón como amigo y colaborador: “Gracia a vosotros y paz, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Doy gracias a mi Dios siempre, haciendo mención de ti en mis oraciones, oyendo hablar de tu amor y fe, que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos; para que la comunicación de los frutos de tu fe, llegue a ser eficaz, en el conocimiento de todo lo bueno que hay en vosotros, para gloria de Cristo.” El apóstol recordó a Filemón que todo buen propósito y rasgo de carácter que poseía lo debía a la gracia de Cristo; solamente esto lo hacía diferente de los perversos y pecadores. La misma gracia podía hacer de un degradado criminal un hijo de Dios y un obrero útil en el Evangelio.
Pablo pudo haber manifestado a Filemón su deber como cristiano, pero en cambio escogió valerse del ruego: “Pablo anciano, y ahora también prisionero de Cristo Jesús:—ruégote por mi hijo, a quien yo he engendrado en mis prisiones—mi hijo Onésimo; el cual en un tiempo te fué inútil, mas ahora es útil para ti y para mí.” (V.M.)
El apóstol pidió a Filemón, en vista de la conversión de Onésimo, que recibiera al esclavo arrepentido como a su propio hijo, mostrándole tan profundo afecto que le decidiera a habitar con el que antes fuera su amo, “ya no como siervo, sino más que siervo, como hermano amado.” Expresó su deseo de retener a Onésimo como uno que podía servirle durante su encarcelamiento como Filemón mismo lo hubiera hecho; sin embargo no deseaba sus servicios a menos que por propia iniciativa dejara al esclavo libre.
El apóstol conocía bien la severidad con que muchos amos trataban a sus esclavos, y sabía también que Filemón estaba grandemente irritado a causa de la conducta de su siervo. Trató de escribirle de tal manera que despertara sus más profundos y tiernos sentimientos de cristiano. La conversión de Onésimo le había transformado en un hermano en la fe, y cualquier castigo infligido a este nuevo converso sería considerado por Pablo como aplicado a sí mismo.
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