22 de julio de 2019

Capítulo 45—Cartas escritas desde Roma


El sabía lo que significaba tener hambre, sed y cansancio. Fué sustentado por el alimento y refrigerado por el sueño. Fué un extranjero y advenedizo sobre la tierra,—en el mundo, pero no del mundo. Tentado y probado como lo son los hombres de la actualidad, vivió, sin embargo, una vida libre del pecado. Lleno de ternura, compasión, simpatía, siempre considerado con los demás, representó el carácter de Dios. “Y aquel Verbo fué hecho carne, y habitó entre nosotros, ... lleno de gracia y de verdad.” Juan 1:14.

Rodeados por prácticas e influencias paganas, los creyentes de Colosas estaban en peligro de ser inducidos a dejar la sencillez del Evangelio, y Pablo, amonestándoles contra eso, les señaló a Cristo como el único guía seguro. “Porque quiero que sepáis—escribió—cuán gran solicitud tengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca vieron mi rostro en carne; para que sean confortados sus corazones, unidos en amor, y en todas riquezas de cumplido entendimiento para conocer el misterio de Dios, y del Padre, y de Cristo, en el cual están escondidos todos los tesoros de sabiduría y conocimiento.

“Y esto digo, para que nadie os engañe con palabras persuasivas.... Por tanto de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él: arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis aprendido, creciendo en ella con hacimiento de gracias. Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo: porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente: y en él estáis cumplidos, el cual es la cabeza de todo principado y potestad.”

Cristo había anticipado que se levantarían engañadores, por cuya influencia la maldad se multiplicaría y la caridad de muchos se enfriaría. Mateo 24:12. Advirtió a sus discípulos que la iglesia estaría en mayor peligro por este mal que por las persecuciones de sus enemigos. Una y otra vez Pablo previno a los creyentes contra esos falsos maestros. De este peligro, más que de cualquier otro, deberían prevenirse; pues, al recibir falsos maestros, abrirían la puerta a errores por los cuales el enemigo podría empañar las percepciones espirituales y hacer tambalear la confianza de los nuevos conversos al Evangelio. Cristo era la norma por la cual debían probar las doctrinas presentadas. Todo lo que no estaba en armonía con sus enseñanzas debían rechazarlo. Cristo crucificado por el pecado, Cristo resucitado de entre los muertos, Cristo ascendido a lo alto, ésta era la ciencia de la salvación que ellos debían aprender y enseñar.

Las amonestaciones de la Palabra de Dios respecto a los peligros que rodean a la iglesia cristiana, son para nosotros hoy. Como en los días de los apóstoles, los hombres intentan, por medio de tradiciones y filosofías, destruir la fe en las Escrituras. Así hoy, por los complacientes conceptos de la “alta crítica,” evolución, espiritismo, teosofía y panteísmo, el enemigo de la justicia está procurando llevar a las almas por caminos prohibidos. Para muchos, la Biblia es una lámpara sin aceite, porque han dirigido sus mentes hacia canales de creencias especulativas que traen falsos conceptos y confusión. La obra de la “alta crítica” al criticar, conjeturar y reconstruir, está destruyendo la fe en la Biblia como revelación divina. Está privando a la Palabra de Dios del poder de guiar, levantar e inspirar las vidas humanas. Por el espiritismo, multitudes son inducidas a pensar que el deseo es la mayor ley, que la licencia es libertad y que el hombre es responsable únicamente de sí mismo y ante sí mismo.

El seguidor de Cristo se encontrará con las “palabras persuasivas” contra las cuales el apóstol advirtió a los creyentes de Colosas. Se encontrará con interpretaciones espiritualistas de las Escrituras, pero no debe aceptarlas. Ha de oírsele afirmar claramente las verdades eternas de las Escrituras. Guardando sus ojos fijos en Cristo, caminará constantemente hacia adelante en la senda señalada, descartando todas las ideas que no están en armonía con su enseñanza. La verdad de Dios es el objeto de su contemplación y meditación. Considerará la Biblia como la voz de Dios que le habla directamente. Así encontrará la sabiduría divina.

El conocimiento de Dios, como está revelado en Cristo, es el conocimiento que deben tener todos los que están salvos. Este es el conocimiento que obra la transformación del carácter. Recibido en la vida, volverá a crear en el alma la imagen de Cristo. Tal es el conocimiento que Dios invita a sus hijos a obtener, pues en comparación con él todo lo demás es vanidad y nada.

En toda generación y en cada país el fundamento de la verdad para la construcción del carácter ha sido el mismo: los principios contenidos en la Palabra de Dios. La única norma segura e infalible es hacer lo que Dios dice. “Los mandamientos de Jehová son rectos,” y “el que hace estas cosas, no resbalará para siempre.” Salmos 19:8; 15:5. Fué con la Palabra de Dios cómo los apóstoles hicieron frente a las falsas teorías de sus días, diciendo: “Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto.” 1 Corintios 3:11.

Comentarios